Por: Maynor Hernández
Las aspiraciones familiares cambiarán según el entorno en que nos desenvolvamos y lo que para unos sea algo de alcance normal para otros será un lujo. Sin embargo, hay áreas comunes a todas las familias y una de ellas es el ímpetu, energía y sueños de los hijos que cuando niños se les pregunta sobre lo que quieren ser en la vida y tienen respuestas como “yo médico” “abogado” “bombero” “empresario”.
En este artículo voy a compartirle algunas ideas para estimular el sueño de sus hijos por hacerse empresarios, una tarea compleja pero que cuando se disfruta es muy estimulante pues trae implícito objetivos como los de satisfacer una necesidad no cubierta, generar fuentes de empleo para que otras familias puedan llevar el pan a su mesa, contribuir con la comunidad en acciones olvidadas por el Estado y en última instancia, multiplicar la riqueza económica de sus mismos hijos.
Debemos estar alertas para hablar con ellos cuando nos confíen sus inquietudes empresariales para desvanecer ideas equivocadas que medios como la televisión o redes sociales pudieran haberles dado. Puede que estén creyendo que un empresario exitoso es quien se conduce en el auto del año, utiliza un Rolex para ver la hora, no tiene horario de trabajo y es el que gana el espacio a otros iguales que él solo porque no le importan los medios que usa para alcanzar sus metas de ventas. No es este un prototipo de empresario conveniente para cultivar en la mente de sus hijos la idea de emprender algo en la vida. Debemos inculcar en ellos la idea de emprendedor como la persona que identifica una necesidad en su comunidad para luego trabajar en satisfacerla de la mejor manera posible, al menor costo y por tanto al mejor precio para los que comprarán el bien o servicio contribuyendo a satisfacer su necesidad.
Estimule en ellos cualquier iniciativa que tengan para cumplir con esta máxima del emprendedor, mejor si cuando son niños. Si tienen la idea de hacer y vender fiambre porque han visto la demanda de este platillo para el Día de los Santos, haga el esfuerzo por conseguirle un capital semilla, ayúdele con la elaboración y luego deje que sean ellos los que busquen a los clientes. Que no vendieron ningún platillo, ¡no importa! Seguro que usted disfrutará comiéndolo por algunos días, pero del fracaso saldrá la lección más importante del mundo de los negocios sobre que los bienes y servicios se deben crear para satisfacer una necesidad del público y no lo que es más fácil de hacer para mí como emprendedor. En el próximo reto seguramente que el niño preguntará primero a su círculo cercano sobre la necesidad del producto que está pensando ofrecer y así las cosas saldrán mejor, los administradores le llamamos investigación de mercados pero no hace falta que el niño lo conozca con ese nombre pues desarrollar su creatividad e instinto es la clave. Debemos recordar que es en la etapa de la niñez cuando somos más proclives a preguntar y lo que nos responden los adultos constituyen para nosotros valiosas linternas con las cuales nos conducimos por la vida.
Otro de los campos que debemos estimular en los hijos para potencializar su capacidad de emprendedores es la perseverancia, navegar en el mundo de las empresas sin esta cualidad desarrollada es como caminar de noche en un bosque con presencia de lobos. Hay que mostrarles cómo se materializa el aforismo sobre el que persevera, alcanza. Si prepara una pizza para venderla en la kermese del colegio enséñele a cuidar de todos los detalles en la receta hasta que sea un producto que al mismo niño se le antojaría comprar y degustar. Si la masa no está en su punto de horneado supone volver a realizar todo el proceso pero es así como la perseverancia cobra vida en el sujeto, cuando es capaz de repetir algo hasta que esté satisfecho con su calidad.
Y entonces entramos en el tema de generar acciones familiares que cultiven en el niño el concepto de calidad total. En la cultura japonesa la calidad se hace, no se controla, lo cual dista mucho del modelo por este lado del mundo de ver hasta el final si las cosas salieron bien o mal para corregir. Es mucho lo que se pierde en el camino comenzando con la productividad. Las cosas en familia deben requerir calidad comenzando con el tiempo que se dispensa para compartir entre padres e hijos. Calidad en las tareas escolares significa mostrar con el ejemplo que hacerlas por salir del paso es tiempo para hoy, ignorancia para mañana. Demostrar que la calidad no solo se mide en términos de las cosas, también hay calidad para tratar a otras personas, se llama don de gentes y deben ser mostrados primero por los padres para que los hijos lo imiten. Como se ve, calidad en la familia implica estar a ratos en el lado del que enseña y a ratos en el lado del que aprende. Para cuando el hijo haga empresa la calidad no será una cualidad que deba explicarse le acompañará simplemente como lo hace el oxígeno, el día y la noche.
Volviendo al ejemplo de la pizza para ser vendida en la kermese, rehacer por completo el proceso significa un gasto mayor de tiempo y materiales lo cual encarece el costo total y por tanto el precio de venta quizás no sea tan competitivo como el que tendrán otras pizzas disponibles ese día. Con esa advertencia, el niño comprenderá que es más fácil estudiar bien la receta para que cuando la vierta en la bandeja de horneado le salga como desea, al primer intento.
*artículo publicado en la revista Vida de Padres, enero 2017